Las corridas de toro me parecen una practica dantesca que refleja el anacronismo cultural y la muestra de los mas bajos instintos del hombre pero, ... para mi no siempre fue así.
Por extraña razón, durante mi infancia percibí una gran influencia española. Bueno, a decir verdad teníamos influencia española, italiana, portuguesa, colombiana y de cualquier nacionalidad que hubiese elegido vivir en la Venezuela de los 80. Eramos una cultura ergonómica de fácil mutación. Especialmente en mi casa, había un afecto especial por esta cultura y mas aun por la fiesta taurina. A esa influencia debo mi nombre, inspirado en el Rey Juan Carlos I, aquel que dijo la celebre frase "¿Por que no te callas?".
Pero en el arte de lidiar con toros el precursor fue mi padre, quien en su adolescencia coqueteo con la idea de convertirse en torero llegando a ser novillero en la plaza de toros de Sarteneja, antigua hacienda capitalina hoy sede de la Universidad Simón Bolívar. Sin embargo, sus sueños de la adolescencia fueron redireccionados al recibir una "corneada" que lo voló por los aires y le dejó una marca para toda la vida en su glúteo derecho. Literalmente "Lo cogió el toro".
No era extraño pensar, que la fiesta taurina a mediado del siglo XX fuesen atractivas y tomaran cada vez mas fuerza en Sudamérica. El auge ganadero y sus generosas utilidades permitían el derroche de lentejuelas y botas taurinas. La primera corrida de toros en el continente americano se realizó en la isla Venezolana de Cubagua en 1572 para festejar el nacimiento de Felipe II. En lo sucesivo se fueron incorporando cada vez mas plazas de toros y eventos ligados a estas. Nombres como El niño de la Capea, Morenito de Maracay, Cesar Girón, Curro Girón, y mas recientemente Leonardo Benitez eran promocionados por radio y televisión. Un tal Silverio Pérez amaba el redondel y atormentaba a las mujeres. En definitiva eran los influencers de la epoca.
Ese ambiente se permeaba en mi casa. Las "celebraciones" en las tascas aledañas a la plaza de toro antes y después de cada corrida eran memorables. El lenguaje taurino era utilizado en la jerga diaria. "Remendar el capote", "Coger palco" o "Ver los toros desde la barrera" eran frases comúnmente utilizadas en el día a día del Venezolano. Muchas de las casas tenían adornos alusivos a la fiesta brava o algún rincón taurino. En mi casa fueron mas allá, construyeron una tasca con barra incluida, banderillas, sifón, abanicos y dos afiches gigante, uno con mi papa toreando y otro de mi mama bailando flamenco. Las conversaciones se debatían entre la política y la tauromaquia. Tan real era el ambiente, que un militar en algún momento la visitó y pregunto si teníamos el permiso de expendido de licores. Entrar allí era entrar al ruedo.
Y como era de esperarse, la influencia taurina debería pasar de generación en generación. Es así como a los 4 años me disfrazaron de torero.....si de torero!, con traje de luces, zapatillas, capota y montera, un sombrerito mas pequeño que mi gran cabeza de niño el cual no podía dejar caer boca arriba por nada del mundo. Pero Dios! es que yo había pedido disfrazarme de "El Zorro" y lo único que me dieron fue la espada, el resto era de Silverio Perez. Pues la fiesta debía continuar, seguramente al cumplir los cinco años me emanciparía y me disfrazaría de mi autentico influencer.
Salida de la adolescencia, la fiesta taurina comenzaba a ser un asunto del pasado mas ligada a una tradición que al disfrute en si misma. Esto coincidía con el nacimiento de diversos grupos anitauromaquios que empezaban a alzar la voz como NAC, AnimaNaturalis, Frente Antitaurino, Movimiento Anticorridas, Matar no es Arte entre otros. Y aunque estos movimientos para mi eran nuevos, para la historia taurina no lo era tanto. La dicotomia entre los derechos de los animales y los del hombre era ya de vieja data. Personajes como Cicerón y San Agustín en su momento, se opusieron a las practicas en donde se hiciera sufrir a cualquier tipo de animal en nombre del arte, el deporte o del espectáculo. Incluso las disputas sobre el tema han estado presente a lo largo del tiempo en los reinados de España, cuna del espectáculo taurino.
En la era contemporánea, podemos esgrimir mucas razones por las cuales la practica de la tauromaquia no debería existir. Una de ellas, si no la principal, es la basada en el sufrimiento del animal con fines pocos justificados, por simple diversión o costumbrismo. Y es la actualidad, ¿alguien tiene duda de que los animales sufren?. Teniendo una composición corporal llena de nervios con nociceptores, los cuales son las neuronas capaces de detectar el dolor, y estructura fisionómica tan parecida a la de los humanos son pocas las razones para dudarlo.
El sufrimiento del toro, pese a lo que algunos defensores taurinos han intentado esgrimir, se producen en diferentes etapas durante la lidia. Las alteraciones no solo se pueden detectar a nivel muscular, también en la oxigenación del toro y a nivel emocional. En el caso de la especie bovina las manifestaciones externas de dolor o de sufrimiento no suelen ser fáciles de reconocer a simple vista, lo que ha sido aprovechado por los taurinos para propagar la idea de que el toro no sufre porque es "genéricamente bravo" y siempre ataca hasta morir en una plaza. Nada más lejos de la realidad. En libertad los toros pueden ser presas de otros animales, de modo que está en su naturaleza ocultar sus reacciones para no manifestar debilidad ante potenciales depredadores.
“Sin embargo, se pueden detectar en los animales que participan en festejos taurinos claros signos de desorientación y constantes manifestaciones de estrés, ansiedad, miedo y angustia que describiremos más adelante”, (Asociación de Veterinarios Abolicionista de la Tauromaquia y el Maltrato Animal)
No obstante, no solo el estrés producido por un ser vivo ante el temor de perder la vida se pone de manifiesto. También existen alteraciones psíquicas productos de la amenaza. Lo vemos con mayor facilidad en la diferencia conductual de los perros que han sido domesticados en casa y los que fueron maltratados severamente. Un ejemplo mas radical pero no menos importante, ¿Qué ocurriría si seres superiores y malvados lanzaran a humanos indefensos a recintos cerrados para su diversión y disfrute como fue el caso de las fiestas romanas? El pánico sería tan atroz que se volverían locos. Algo similar ocurre con los toros, ya que los veterinarios han detectado alteraciones neurológicas irreversibles que podrían catalogarse como enfermedades mentales en los humanos por el insoportable estrés emocional que llegan a sufrir.
“Los bovinos son animales gregarios que necesitan estar al amparo de su grupo para sentirse seguros y, por tanto, padecen un gran estrés y una intensa sensación de miedo por el simple hecho de sacarlos de su ambiente natural y separarlos de sus compañeros de manada, o cuando se encuentran en una situación de indefensión que no tienen capacidad de resolver”, (...) "Además, la visión del toro es escasa, de manera que los objetos que se mueven bruscamente ante ellos son los que más miedo le provocan, ya que en la vida salvaje los depredadores aparecen de manera brusca y repentina."(Avatma).
Estas reacciones se pueden observar claramente en el desempeño de la corrida de toros, la cual el hombre es capaz de celebrar. Los bovinos muestran signos de desorientación y manifestaciones físicas como respiración brusca y acelerada, sacudidas de rabo, embestidas constante como defensa, apertura súbita de los ojos, resistencia a la agresión y búsqueda de vías de escape.
En general, según los estudios científicos, se ha comprobado que los astados van perdiendo visión y capacidad sensorial a medida que son toreados y picados (hasta quedar casi ciegos). Además, aquellos animales que participan en varios espectáculos taurinos sufren doblemente cada vez que son obligados a pasar por el mismo trauma.
Pero los toros no solo sufren psíquicamente, también lo hacen físicamente. Se les martiriza con bruscos ejercicios para los que no están preparados (los bóvidos son herbívoros que se pasan una gran parte del día alimentándose, rumiando y descansando). Los estudios veterinarios determinan dos causas principales del sufrimiento físico: la acidosis metabólica (una bajada del pH en la sangre y tejidos por debajo de 6,5, provocada por el ejercicio en forma de carreras, embestidas y giros) y las lesiones musculares. De ahí la respiración acelerada, la hiperventilación, el movimiento abdominal trabajoso, la boca abierta, la lengua fuera, la disnea, alteraciones cardíacas, alteraciones metabólicas y obnubilación. Las lesiones musculares más frecuentes son “alteraciones mitocondriales, pérdida del contorno poligonal de fibras, centralización de núcleos, procesos de necrosis (muerte celular), fragmentación fibrilar y vacuolización del sarcoplasma causada por hipoxia celular, fibrosis, miopatías con atrofia e impotencia funcional de los músculos, y degeneración y rotura de fibras”.
Y finalmente llegan las heridas más graves: el toro es lanceado, banderilleado y muerto a espadazos o por "descabello", el cual implica la muerte acelerada cuando la estocada no ha sido efectiva. Llegados a ese punto no hay que ser veterinario ni experto científico para entender que cualquier animal sufre heridas de un dolor insoportable hasta que llega el momento de la muerte. Dislocaciones y fracturas cervicales, golpes, politraumatismos, contusiones, hemorragias internas, destrucción general de órganos vitales y en general una agonía que nadie con un mínimo de sensibilidad y de humanidad debería considerar como una diversión o “un arte”. Los veterinarios llegan a la conclusión de que el “reconocimiento empírico de que los animales pueden experimentar sensaciones de dolor, angustia y sufrimiento implica definir como moralmente injustificable cualquier daño intencionado que se les cause”.
Por otro lado, la cultura especista, la cual posiciona al humano por encima de las medas especies, ha dado paso su explotación de forma desmedida y poco controlada, sobrepasando los limites entre la necesidad y la arrogancia del hombre. ¿Un raciocinio superior da derecho a matar por placer?. Vaya que si hay que preguntárselo, seguramente encontraremos respuestas claras sin caer en el radicalismo.
Pero las corridas no afectan solo al toro, también el psiquis del individuo se ve influenciado. El hombre, especialmente en su edad temprana, se acostumbra ver la violencia con la cual es adornado el espectáculo en un combate nada equilibrado. De esta manera la susceptibilidad del subconsciente ve alterado por lo que convendría decir que no nacemos, nos hacemos inmunes al sufrimiento ajeno. Ademas de ello, el niño se acostumbra a que la violencia sea festejada y que los toreros se conviertan en hombres valientes o héroes quienes reciben todo tipo de alabanzas a traves de aplausos, flores y llevadas al hombro. Esto sin contar la relacion que existe entre el derroche económico y la lidia, porque al fin y al cabo de eso se trata, de producción de dinero a través del espectáculo de matar.
Las razones de los activistas y demás detractores de esta practica, son objetos de constantes debate en donde se pretende justificar el trato cruel a los animales basado en una tradición. Sin embargo, el coliseo romano también lo era y difícilmente alguien podría aceptar el regreso de las practicas que allí se ejercían. La llegada de la globalización y el mundo moderno a traído mas información que despierta el análisis y la reflexión de las nuevas generaciones. Cada vez son menos los defensores de la tauromaquia y mas sus detractores. Las campañas a favor de la vida crecen y el sentido común prevalece. Películas con una fuerte carga emocional hacia el amor por los animales hacen su trabajo en los mas pequeños y en los no tanto.
Así que, como en la mayoría de las propuestas por un mundo mejor, la principal acción es la educación y sensibilizacion de los mas jóvenes de la casa. Y no es simplemente dejar de participar en este tipo de practicas, sino ser parte activa para su erradicación. Este es un tema tan serio como el de las drogas o los principios y valores del hogar. De ello depende la evolución sostenible de la humanidad a través de generaciones mas sanas psicológica y emocionalmente.
Así que, como en la mayoría de las propuestas por un mundo mejor, la principal acción es la educación y sensibilizacion de los mas jóvenes de la casa. Y no es simplemente dejar de participar en este tipo de practicas, sino ser parte activa para su erradicación. Este es un tema tan serio como el de las drogas o los principios y valores del hogar. De ello depende la evolución sostenible de la humanidad a través de generaciones mas sanas psicológica y emocionalmente.
Juan Acuna
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