Del campo amarillo vino
bañada ella toda de sol
decían que era girasol
lo cual yo mismo adivino,
por su aspecto aunque divino
le causo un gran estupor
viéndose tan hermosa flor
sus pétalos diferentes
de gran fragancia por olor
La cara siempre risueña
llena de gran alegría
todo el campo recorría
con su vista de pequeña
muchos colores enseña
causando un gran frenesí
por las mas altivas en si
sin saber su hermosura
y con mas amor que usura
la flor dijo: soy Carmesi.
Ese era el misterio
de sus pétalos rojizos
que por ser primerizos
evitaban adulterio,
sin desafiar al imperio
o a la sociedad de flores
ocultó sus colores
para ir desapercibida
y no ser concebida
por el encanto de los amores.
Aquel niño adolescente,
vivió años en la ladera
sin que el siquiera supiera
lo que pasaba en la mente
de esa flor incipiente
que por pequeña sonrojaba
y cual grande se enojaba
sin sospechar la belleza
que la sabia naturaleza
a aquella flor regalaba
Recorrió un mundo el hombre
embriagado de fragancias
cada vez con mas ansias
de flores que lo asombren
y aparte, sin que estorben
los ojos de la hermosa flor
que miraban con gran candor
todas las huellas dejadas
por aquellas marejadas
del inevitable picaflor.
Ya bien maduro el muchacho
con piel curtida por el sol
en busca de su girasol
regresa el hombre cansado
con el terreno amansado
ve a cada una marchita
excepto las mas chiquita
que percibe su soledad
y sin rastros de ambigüedad
muestra su bella carita.
Así el hombre se descubre
ya ante aquella hermosura
que sin perder su dulzura
cicatrices y heridas cubre
cual lluvia de estrellas en Octubre
cuerpo y alma se envuelven en si
volviendo la mirada así
el hombre pregunta: ¿Quien eres?
la flor placida sugiere
Soy tu girasol... soy Carme...si.
Juan Acuna
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