Oye negra, ¿te puedo hablar?
ya los chicos se han dormido
así que, así que deja el tejido,
Hoy te quiero preguntar,
por qué motivo las madres amenazan a sus hijos
con ese estribillo fijo de “¡ah cuando venga tu padre!”
y con tu padre de aquí, y con tu padre de allá,
resulta de que al final, al verme llegar a mí,
lo ven entrar a Caín y escapan por todos lados.
Y yo que vengo cansado de trabajar todo el día,
recibo de bienvenida una lista de acusados,
tú empiezas con tus quejas y yo tengo que enojarme,
igual que hacía mi padre al escuchar a mi vieja
Entraba a fruncir la ceja apoyando a ese fiscal
que en medio del temporal se erigía en defensora,
lo mismo que tú ahora que siempre me dejas mal,
si los perdono, “que ejemplo ¿es así como los educas?”
si los castigo “eres bruto, no tienes sentimientos”.
A mí, a mí que llegué contento y no tuve más remedio
que poner cara de serio y escuchar tu letanía,
a mí, a mí que me paso el día pensando en jugar con ellos
yo sueño en llegar a casa y olvidarme felizmente del trabajo,
de la gente y de todo lo que pasa.
Los hijos son la esperanza y el porqué de nuestras vidas,
por eso nunca les digas “¡ah! cuando venga tu padre”,
no quiero encontrar culpables, quiero encontrar alegría,
que no me pongas de escudo como lo hacía mi madre,
que consiguió que a mi padre lo imaginara un verdugo,
él llegaba y te aseguro que se acababan las risas.
Y en lugar de una caricia o hablarle como a un amigo,
lo miraba compungido, presintiendo una paliza,
y el pobre, que me entendía, sacudiendo la cabeza
escuchaba con tristeza lo que mi madre decía.
Y que él, y que él de sobra sabía “¡que con este no se puede,
que me pinta las paredes, que trajo las suelas rotas,
que la calle, la pelota, que me saca canas verdes!”.
A la cama sin cenar, aburrido me ordenaba,
mi madre me consolaba y yo, y yo lo culpaba a él,
a él que había llegado recién de trabajar cansado
y ya lo había yo amargado con todas mis travesuras.
Los hijos nunca analizan el sentimiento del padre,
porque el brillo de la madre es tan fuerte, que lo eclipsa
solo le hacemos justicia cuando nos toca vivir a nosotros su problema,
¡ay… si mi padre viviera! que recién lo comprendí
y por qué nunca me dijo lo mucho que me quería.
Si hoy yo sé cuánto sufría al ver enfermo a su hijo
porque me miraba fijo el primer pantalón largo
y se, y sé que hasta me habrá besado cuando yo estaba dormido
hoy que todo lo comprendo, ¿por qué no estás a mi lado?
¿por qué no estás ahora para besarte bien fuerte viejo lindo?
y ofrecerte mi cariño a todas horas.
Ves a tu hijo que llora, pero llora con razón,
porque te pide perdón pensando en aquellos días
en que ciego no veía que eras puro corazón,
déjame negra que llore, es tan lindo desahogarse.
En fin, veamos que hacen nuestros futuros señores
mira esos pantalones, tápale un poco a la nena
si, si, ya sé, no me lo digas, hoy se fue a la calle sola,
acuéstate rezongona, mañana, mañana será otro día.
Héctor GAGLIARDI
(1909-1984)
de tango argentino, caracterizado por utilizar el lufardo, jerga ordinaria y de calle que utiliza palabras no existente en el diccionario formal. Obtuvo las mayores ventas de libros despues de José Hernandez y su "Martin Fierro". (W). El poema, que se explica por si solo, rinde tributo al padre y lo doloros que podia ser un reconocimiento tardio de un hijo. Dado que el acento argentino le otorga un sentimiento unico, recomiendo que lo oigan mediante el siguiente link: (Entra aqui)
Juan Acuña
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miércoles, 11 de diciembre de 2019
El Padre - Hector GAGLIARDI
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